Salud y seguridad del cazador |
|
TRAUMATISMOS DE OÍDO
El ejercicio de la caza supone la
necesidad de manejar armas y, en consecuencia, debe ser considerada como una
actividad de riesgo.
Todos hemos oído (y algunos por desgracia vivido) diferentes relatos que narran
accidentes de todo tipo ocurridos con las armas de caza. En ocasiones estos
accidentes se deben a fallos en las propias armas, pero no es lo normal.
Desgraciadamente en la mayoría de los casos se trata de descuidos o errores
humanos, que en ocasiones tienen consecuencias lamentables.
Cualquier cazador es consciente de las medidas de seguridad que deben ser
tomadas para evitar estos accidentes; el respetarlas o no entra en la
conciencia de cada uno.
En esta ocasión nosotros queremos hablar de uno de los problemas que están
directamente relacionados con el uso de las armas durante la caza: el TRAUMATISMO
DE OÍDO, una dolencia por desgracia bastante común entre cazadores y
tiradores, que debemos conocer y prevenir.
Estudios realizados en Estados Unidos constatan que cazadores y tiradores están
muy por encima del riesgo medio de pérdida o disminución de la audición; de
1.500 personas estudiadas, el 50% padecían este problema, un riesgo que llega a
aumentar hasta un 7% por cada cinco años de práctica cinegética.
QUÉ ES UN TRAUMATISMO DE OÍDO
El traumatismo de oído se produce cuando recibimos un impacto de ondas que
sobrepasan la capacidad de absorción y neutralización de las estructuras
anatómicas.
Los elementos que intervienen en la audición son:
Los altos niveles sonoros pueden deteriorar las células
auditivas que se encuentran en nuestro oído interno. El sonido fuerte y
prolongado puede destruirlas de forma irreversible, lo cual provoca una pérdida
de la audición que se irá manifestando de forma gradual, indolora e invisible�
pero permanente. Ni que decir tiene que cuantas más células resulten dañadas,
más dificultad generarán para la audición.
Además, la duración de la onda de presión, condicionará sus efectos sobre el
oído:
TRAUMATISMO EN LA CAZA
Casi el 47% de los tiradores americanos en activo sufren una marcada pérdida de
audición, según indica un estudio realizado por el E.A.R. Inc., compañía
productora de protectores para los oídos. Un problema que puede paliarse hasta
cierto punto utilizando la protección adecuada.
Cuando acudimos al campo de prácticas de tiro, resulta habitual que llevemos
con nosotros protectores de oídos, como un elemento más del equipo; sin
embargo, cuando se trata de una jornada de caza, somos mucho menos precavidos a
la hora de proteger los oídos. Con demasiada frecuencia no nos damos cuenta de
que con cada disparo la audición se está deteriorando, ya que el daño causado
por la exposición al ruido de los disparos se produce de manera gradual.
Debemos ser conscientes de que durante el desarrollo de la caza, el traumatismo
de oído puede producirse bien por un disparo que se efectúe cerca de la persona
que recibe la detonación, o bien por la repetición de disparos (algo muy
habitual en determinadas modalidades de caza).
Ni que decir tiene que lo que más afectará a nuestros oídos son los calibres
gruesos o los medianos utilizados en armas de cañón corto.
Normalmente, hablamos de ruido excesivo cuando los niveles de ruido alcanzan 85
ó más decibelios durante 8 horas. Las armas producen un nivel de ruido
superior, pero en explosiones breves; así el disparo de una escopeta crea un
ruido de 150 a 160 decibelios.
Las lesiones se producen por:
Los daños producidos dependerán de la intensidad de la
detonación, así como de la susceptibilidad individual, de la edad de la persona
y de la exposición anterior a ruidos menos intensos que conforman lo que se
denomina �fatiga auditiva previa�.
Debemos ser conscientes de que cualquier cazador con sus capacidades auditivas
disminuidas supone un serio riesgo para él, para sus compañeros e incluso para
los perros, porque no escuchará los avisos ni las llamadas.
SÍNTOMAS
Entre los primeros síntomas de haberse producido un daño en la audición
encontramos el cambio temporal del umbral auditivo, lo que se manifiesta
produciendo la sensación de tener taponados los oídos temporalmente, algo que
puede durar horas e incluso días.
Además existen otros síntomas que marcan la aparición de este tipo de
traumatismos; son:
PREVENCIÓN
Lo más frustrante de la pérdida auditiva causada por la exposición al ruido de
armas es que puede prevenirse muy fácilmente; sólo tenemos que ser muy
conscientes de la necesidad de protección. Los económicos tapones de oídos,
capuchones de canal y orejeras con almohadillas se encargan de hacer ese
trabajo. Como cualquier otra medida de protección, no conviene que tratemos de
ahorrar en la compra de estos productos, debiendo decantarnos siempre por aquel
que nos ofrezca la mejor y más completa seguridad para nuestros oídos.
Además y para aquellos que necesitan poder oír bien durante una cacería y a la
vez estar protegidos del ruido de las armas, existen también dispositivos
electrónicos que, aunque son algo más caros, cumplen su misión a la perfección.
En caso de no disponer de tapones, existe un remedio de urgencia que conviene
conocer: podemos utilizar los filtros de los cigarrillos; aunque no resultan
tan adecuados y no conviene utilizarlos de manera habitual, sí que pueden
suplir muy dignamente a los tapones en caso de urgencia.
TRATAMIENTO
Ni que decir tiene que ante el primer síntoma de dolor en los oídos deberemos
acudir al médico para realizar una adecuada revisión; de hecho siempre se
recomienda que todo cazador realice controles audiométricos periódicos que nos
sirvan para prever posibles complicaciones.
El tratamiento se suministrará en función de la sintomatología de cada
individuo.
En caso de que el dolor comience durante la jornada de caza, lo primero que
podremos hacer para paliar ese dolor es administrar cualquier analgésico oral.
Si apareciera hipoacusia o acufenos, debemos saber que estos fenómenos pueden
desaparecer transcurridas de 12 a 24 horas, pero en caso de persistir
transcurrido este tiempo será necesario acudir a un especialista.
Ante una hemorragia que sucede sobre el terreno deberemos limpiar bien el
exterior del oído para después proceder a taponarlo con una gasa o un pañuelo
(limpio, por supuesto), pero nunca pondremos algodón. Ni que decir tiene que la
consulta médica posterior deberá realizarse lo más urgentemente posible.